Hoy me senté al anochecer frente al escritorio
Ilumine mi mesa con una luz fragmentada de celos, de
impotencia,
Mis lágrimas caían con la misma retórica de siempre
Mi mano izquierda temblorosa y desbocada comenzó a
escribir
frases abocadas a mi tristeza, enardecidas de
desilusiones
Con mezcla ecléctica de risa y llanto
Mi corazón no aguantaba más felonías de mi mente.
El ruido sordo del reloj de pared se entremezclaba con
una crónica anunciada:
Era una mujer sometida, manipulada, sucumbida a pedir un
perdón inventado
Me mire en el espejo vestidor del cristal de mis ojos
Y vi mi imagen de mujer coraje convertida en “Luz
de Gas”
Me autoculpaba de las discusiones, de deformar las
palabras y las intenciones
De tergiversar los momentos, de percibir una realidad
errónea
Para crear situaciones que removían los cimientos de una
vida racional.
Sin darme cuenta aquella mujer que brillaba e iluminaba
la vida con su paso
Se había convertido en un candil, que disminuía su llama
de luz
A medida que “EL” anulaba sus voluntades, para hacerse su
dueño
y convertirla en su esclava.
Evva
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