martes, 22 de julio de 2014

El lado oscuro de mi alma


Es extraño que le pregunte al lado oscuro de mi alma quien soy. Me impuse una vida que parecía divertida, sacaba cada mañana de mi sifonier una personalidad diferente, como el que busca entre varios pasaportes falsos.

Me despierta la angustia de esta alma que me condena, mi ropa empapada en un sudor frio clama a mi flaqueza que construya un muro para encerrar a mis fantasmas, es entonces cuando el relente de la noche recorre mi piel y me eriza el bello.

Salto de la cama, no puedo más!!! Me arrodillo en el suelo, abrazándome e intentando agachar tanto la cabeza, pensando que todo es un sueño, que despertare, pero no es así, las lágrimas no me dejan ver, hay tantas cicatrices en mi alma que no caben más.

Temblando en ese suelo como una niña que se esconde por los truenos de una tormenta, grito al silencio: Por favor, dile a la noche que no saque sus garras de guepardo, dile al viento que no me traiga el canto de las sílfides.

Clamo por ayuda, pero es un ruido sordo que mis cuerdas vocales lo transmiten como un susurro, un susurro silente.

Mi vida se ha convertido en una gincana, mi sonrisa se ha vuelto abyecta.

Y cuando ya creo desfallecer, cuando ya empiezo a notar que mi cuerpo en aquel rincón de la habitación se ha vuelto frio, invisible, mis secretos me visitan, me abrazan, esos secretos que nunca escribieron mis manos, que están bajo el permafrost de mi inconsciente, y me dicen que no es culpa mía, que no es culpa de nadie, ellos son mi condena y yo la única que puedo romper sus cadenas.

Aún sigo preguntándole al lado oscuro de mi alma quien soy y aún sigo cayendo en aquel rincón de mi habitación, soy un reo unido a sus cadenas. El daño colateral de la cobardía de mi alma.

Evva

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